A lo largo de mi vida he aprendido a saborear texturas culinarias que de pequeña eran imposibles. Cuando vives en esa etapa te aferras a los sabores conocidos y vas seleccionando alimentos con los que disfrutas y otros que se convierten en una tortura, incluso sus aromas ya te producen rechazo. Hay alimentos que nunca he vuelto a probar, pero que a mi padre le encantaba y se cocinaba con frecuencia porque era de fácil elaboración. No es un plato de mi devoción, más bien es un plato maldito con el que no sé si volveré a atreverme algún día, pero como en éste blog el protagonista principal es mi padre voy a reproducir ésta fórmula:
Maimones
Un trozo de pan duro
3 ó 4 ajos
pimentón
1 huevo
aceite 100g aprox.
sal
Proceso de creación
Pelar y freír los ajos enteros en el aceite. A continuación, se fríe también el pan cortado en rebanadas finas y un poco de pimentón. Después ponerlo todo en una cazuela con 1½ litro de agua aproximadamente, y lo dejas hervir unos diez minutos con la sal y un poco de aceite. Por último se bate un huevo y se vierte sobre la sopa ya preparada.
Ideal para el invierno que nos pisa los talones.
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